Día 3 de Febrero
(Sermón Güelferbitano 32, sobre la ordenación episcopal: PLS 2,639-640) de San Agustín, obispo
El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Tal es el modo como el Señor se puso a nuestro servicio, y como quiere que nosotros nos pongamos al servicio de los demás. Dio su vida en rescate por muchos: así es como nos redimió.
¿Quién de nosotros es capaz de redimir a otro? Fue su sangre y su muerte lo que nos redimió de la muerte, fue su abajamiento lo que nos levantó de nuestra postración; pero también nosotros debemos poner nuestra pequeña parte en favor de sus miembros, ya que hemos sido hechos miembros suyos: él es la cabeza, nosotros su cuerpo.
El Señor había dicho: El que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Por esto, el apóstol Juan nos exhorta a imitar su ejemplo, con estas palabras: Cristo dio su vida por nosotros; también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Y el mismo Señor, después de su resurrección, dijo a Pedro: ¿Me quieres? Él respondió: Te quiero. Por tres veces se repitió la misma pregunta y respuesta, y las tres veces dijo el Señor: Apacienta mis ovejas. «¿Cómo podrás demostrar que me quieres, sino apacentando mis ovejas? ¿Qué vas a darme con tu amor, si todo lo esperas de mí? Aquí tienes lo que has de hacer para quererme: apacienta mis ovejas.» Por tres veces se repiten las mismas palabras: «¿Me quieres?» «Te quiero.» «Apacienta mis ovejas.» Tres veces lo había negado por temor; tres veces le hace profesión de amor.
Finalmente, después que el Señor ha encomendado por tercera vez sus ovejas a Pedro, al responderle éste con su profesión de amor, con la que condenaba y borraba su pasado temor, añade el Señor a continuación: «Cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba dar gloria a Dios. Le anunciaba por adelantado la cruz, le predecía su martirio.
El Señor, pues, va más allá de lo que había dicho: Apacienta mis ovejas, ya que añade equivalentemente «Sufre por mis ovejas».
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R/. En ningún caso saldré derrotado; Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte.
R/. Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte.
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